Hace tiempo que andaba con la idea de hacerle un retrato al pintor Coco Silva ( o también llamado Tatá Silva); su solicitud para que le fotografiara algunos cuadros fue la oportunidad. Sólo estaré algunos pocos días en Santiago y debíamos aprovechar el tiempo, así es que durante la comida que compartimos el día anterior ya le había puesto el ojo a la escena, e intuía y ( y recordaba de anteriores visitas) que las primeras luces del día entrando por su terraza iban a dar una iluminación perfecta.

Como estoy alojando en un hotel muy cerca de su Taller, llego a primera hora y nos ponemos manos a la obra. Me sorprende Coco, de los años que lo conozco, de la timidez que le caracteriza, nunca me hubiera imaginado que fuera tan colaborador para con la sesión. Hicimos varias tomas, bromeamos bastante. Luego de una llamada con malas noticias respecto a la venta de un cuadro, Coco se queda en silencio y lo fotografío. "Te ves bien cuando estás aproblemado Coco, esperemos otro llamado más".

Las bromas y las fotos seguían hasta que paramos, y como suele ocurrir, las mejores cosas llegan de repente. Coco ha bajado la guardia, se queda pensando mirando la interminable luz que ingresa a su taller y es como si fuera su desayuno. Sabida es la fascinación del pintor por la luz, en Coco esto raya en la obsesión. 

Sin que se de cuenta encuadro y disparo, demás está decir que salió una de mis fotos preferidas de todo estos años y es la que encabeza este post.

Abajo otra imagen más de la sesión.


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