Carlos Santana
Santana (1969)

La visita de Santana a Chile el verano pasado nos hizo recordar la importante contribución de este mexicano para la evolución tanto del rock como de la música latina, claro, porque “el Santana de ahora es bueno, pero el de antes era fuego en los tímpanos”, como leí en un Blog amigo.

En noviembre de 1969 ocurre la edición de esta obra maestra, pero tres meses antes un hecho que sin duda apresuró su grabación: la presencia de Carlos Santana en Woodstock; cuando se tomó por error un LSD pensando que tocaba diez horas más tarde y a la media hora estaba inesperadamente arriba del escenario dejando la vida ahí como se puede ver en la película del Festival ("Lo único que me preocupaba era que no fuera a descuadrarme con el ritmo"); estaba junto a su primera banda, la que incluía al inolvidable baterista, Mike Shrieve, un niño de tan solo 16 años que se mandó uno de los dos o tres solos más recordados de la historia del rock. Bueno, para los que aún no saben de qué estamos hablando pongan “soul sacrifice” en la barra buscadora de Youtube y lo entenderán, y para los que queden con ganas de más busquen este, su primer disco de estudio, porque para quienes aún lo saben, Carlitos Santana fue el primer loco al que se le ocurrió mezclar Rock y Blues con Salsa y claves caribeñas, dejando a todo el mundo con la boca abierta y los ojos bien rojos. 

Es cierto que su disco posterior “Abraxas” (1970), perfeccionó la propuesta a niveles elvadísimos y le lleva clásicos como “Black magic woman”, “Oye como va” y “Samba pa ti”;  pero aquí está tal y como sonó la primera vez que el mundo escuchaba guitarras distorsionadas junto timbales y congas; canciones como “Evil Ways”, Jin-Go-Lo-Ba” y por supuesto la poderosa “Soul Sacrifice”, además del enorme y fundamental trabajo del tecladista Greg Rolie, Mike Caravello en las percusiones, y del propio niño Shrieve en los tambores; la sicodelia y la candela de la mano en una danza frenética de la cual no habían antecedentes previos pero que el futuro hizo decantar de alguna manera en la obra de la Fannia,  Ruben Blades, y hasta en la Floripondio o Juana Fé. Es cosa de ver las fotos que registran al músico junto a su banda a fines de los sesenta para entender un poco mejor de dónde salía todo esto y cómo fue que además se les ocurrió esa sicotrópica portada, miren por favor bien a ese león. Miren, escuchen, sientan, con todos los sentidos bien abiertos se aprecia siempre mejor la obra de Carlos Alberto Santana, y paz, y mucho amor.
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