La vida a veces me distrae. Por un tiempo había olvidado el
pedazo de narrador que es Jorge Luis Borges. Por supuesto no descubro la
pólvora. Pero no hablo de sus cuentos, hablo de su forma de contar. No importa
si el relato acaba bien o mal, ni si es histórico, gaucho, lunfardo,
filosófico o metafísico; no me importa a dónde lleve ese camino, con sólo
arrimarse el viaje está pagado. Llevo 4 días reencontrando. Cada tanto me
detengo y sonrío, cierro el libro con el dedo en la página, gesto irrefutable
del asombro. He agregado a veces (y repetido) la instrumental "Los Enigmas", del disco tributo que Pedro Aznar le compuso y los resultados aumentan la maravilla. Me sorprende como conviven amigablemente la tradición y el
modernismo. Un cliché de los peores pero que no por serlo va a dejar su certeridad.
Cómo adjetiviza Borges, hay vueltas de lenguaje que me recuerdan a Vallejo
Heraldos y a Rojas de Lebu; claro que a diferencia de éstos, siempre dentro de
las reglas.
Comprendo, y no se cómo sería esa figura (qué más Borges que eso), que
se puede atravesar un margen sin franquear sus límites. Un conservador
intelectual de tradición enciclopédica (era sobre todo un avezado lector) pero
capaz de soltarse la corbata y subirse la camisa (quiero imaginar que lo hacía
cuando estaba solo) pues sabía que era la única forma de escribir un cuento tan
perfecto como El Sur, como si su pluma fuera el puñal con el que debía
enfrentar la escena (sin puñal no hay Sur por supuesto).
Me gusta ubicarlo (y aquí puede que se me vengan encima los
borgianos literatosos) en la línea de la mentira sagrada que transitan (que
transitaron) desde el Chico Molina que hizo suyas las obras de lejanos autores
europeos hasta el Jodorowsky que…bueno,
es Jodorowsky !!, pasando por el Castañeda que fue lanzado varias cuadras más
allá con una simple palmada de Don Juan y hasta el Ruiz que citaba
complejísimos libros que nunca existieron.
Por supuesto que desconfío de su presencia (ahhh borgianos
vengan a mí de nuevo) en perdidos callejones donde la hoja de una navjaa podía
presentarse como el argumento final, aun así lo creo y también cuando me hace
sentir tan dentro y cercano de una perdida civilización árabe y de los
verídicos destinos de un improbable Rey Persa.
Había olvidado lo mucho de cine que hay en su obra ( y sin
embargo se ha hecho tan poco) Cómo presenta a sus personajes, cómo describe
todo el cuadro en forma tan detallada sin recurrir, por ejemplo, a la minuciosa
y sobrecargada manera de los rusos. Todo está descrito de una manera tan
rítmica y detallada que queda uno con el guión
prácticamente hecho. Hay que sólo elegir el cuento, optar por la mesura y el
respeto, definir los tiros de cámara, esa luz, una que otra melodía, y claro,
ciertas elocuentes sombras y silencios.