Me largo al norte, a Arica, es
preciso agarrar los últimos días de vacaciones en una ciudad donde el verano no
es una postal a la venta en el Mercado.Central. Donde todo el año es primavera
y hay por tanto una cultura consagrada al ambiente festivo y estival a jornada
completa.
Me largo donde mi familia, donde
padres, hermanas, sobrinas, ti@s y prim@s, siempre esperan y preguntan x mi,
puñado de seres entrañables que siguen comportándose como italianos que no son,
hablando todos al mismo tiempo y con unas ganas locas de reir, quererse y
compartir todo el rato.
Voy de vuelta al origen, al lugar
donde viví los primeros 17 años de mi vida, donde hice algunos de los mejores amigos
de mi vida, y bastaría solo un motivo como ese para volver una y otra vez.
Afortunadamente en mi caso tengo
además verano, familia y tierra para volver, serán unos pocos días donde abriré
un paréntesis de la maravillosa vida que llevo a más de 1000 kilómetros de ahí,
junto a mis queridas mujeres y mi perro.
Entonces, quedará esto abierto x
vacaciones, porque a diferencia de muchos blogs temáticos, los que durante las
vacaciones de sus editores quedan en stand
by, en mi caso es cuando se abren más posibilidades de ocuparlo. Es el
momento de la tranquilidad absoluta y donde uno es amo y señor de su tiempo más
que en cualquier otra época del año.
Es la oportunidad de nuevas fotos y
crónicas, pero también de ponerme al día. Muchas veces el blog me supera en
producción y van quedando cosas atrás, una cuestión que definitivamente me cae
mal. Cuando se da, la sensación de no haber hecho habiendo podido o no, me
persigue de manera enfermiza por esta vida.
Ni hablar de las actualizaciones
periódicas. Serán estos días, espero, la oportunidad de batirme a duelo con mi
incompetencia. No es primera vez que prometo actualizar el blog más seguido y
no sé por qué tengo la sensación de que ahora sí que si será.
Y mientras todo eso ocurre, yo ya voy
pisando mi terruño, lo imagino desde acá, estará mi padre incansable
recibiéndome como siempre en la estación, llorará mi madre al verme y me abrazarán
como en ronda todas mis sobrinas juntas, mi hermana Carla exigirá como siempre,
en exclusiva, su abrazo del oso, mi otra hermana, la Nicole, sabrá decirme como
ella sola, con esa inmensa y preciosa sonrisa que tiene, cuánto me ha
extrañado en este año entero sin verme
El mismo día me llamará el Pollo para
invitarme a un recital o simplemente a unas cervezas, Ricardo ya estará
esperando que cruce la frontera para irme unos días a Tacna a continuar nuestra
amistad de 34 años. Leo y Gerardo estarán como siempre a la expectativa. Si se entera mi Tía Nena que he llegado, hasta el mismo
momento en que me aparezca por la casa me cobrará sentimientos; con los cabros
del barrio, ya un tanto dispersos por la vida, nos juntaremos como llevados por
ese efecto centrífugo que es la amistad, esperaré con ansias que todavía se
jueguen esas grandes pichangas que ya no se hacen, caminaré y me bañaré
temprano por la playa y tarde por la noche (los dos mejores momentos para
hacerlo), recorreré la ciudad y me confortará comprobar una vez más que Arica
sigue siendo un lugar alejado del stress, los tacos y los Malls, un pueblo con
todas las comodidades de la ciudad; tomaré y tomaré fotos, me dormiré tarde por
las noche pensando en despertar tarde por la mañana, pero no será así y me
levantaré temprano por la mañana pensando en acostarme temprano por la noche.
Habrá mucho calor, humedad, mar,
arena, recuerdos, cine, rock & roll, salsa, Tacna, fotos y guitarras. Y por
supuesto estará Sofia, mi más pequeña sobrinita, el centro de un hogar que
persiste en su bondad y su ternura. Por sus ojos volveré al origen y la
inocencia y será aquella la mejor manera de volver también al verano, a la
familia, la tierra y los amigos, a esta inolvidable y magnífica historia.