El Pinochetismo es una feroz Patología derivada de la adoración de la figura y obra del Dictador Augusto Pinochet Ugarte, un peligroso delincuente que llegó a ser Presidente de Chile. Es un mal que, al igual que enfermedades similares como el Stalinismo o el Fascismo, ataca el sistema nervioso central debilitando la producción de Criteriobenzyna, que es la hormona responsable del desarrollo mental de todo ser humano.
Aun cuando no se han reportado casos mortales sí se trata de un trastorno muy grave y que puede afectar seriamente los niveles de criterio y comprensión en los individuos que lo padecen, provocando conductas agresivas, histéricas y poco dadas a la tolerancia, experimentando además las víctimas, en muchos de los casos, un escalofriante y nulo interés por la vida humana. Desde el punto de vista fisiológico se ha comprobado que mata más neuronas que el alcohol, la pasta base y Megavisión juntos.
Los primeros casos fueron detectados alrededor de 1973, verificándose un notable incremento de la enfermedad entre los últimos años de la década del setenta y comienzos de los ochenta. La mayoría de éstos fueron notificados en nuestro país aun cuando en el extranjero se han encontrado también algunos raros casos aislados.
Actualmente se encuentra relativamente controlada su expansión pero cuando aparece suele provoca estragos considerables inmediatos en el entorno social más próximo del afectado. Es más, a pesar de su control, especialistas señalan que lamentablemente puede aparecer en cualquier momento gracias al germen que un día expandió.
Y es que el Pinochetismo (así como la radiación) una vez que aparece puede pasar mucho tiempo para que desaparezcan del ambiente sus efectos más perversos o nocivos, incluso transmitidos de generación en generación.
Se han estudiado sus maneras de contagio y no existen resultados muy claros al respecto, aunque la tradición militar familiar, el boom económico de los ´80, CEMA Chile y TVN se contaron como sus más eficaces transmisores en el pasado.
Se ha tratado también de establecer con mayor precisión la relación que existe entre esta anomalía y el catolicismo, ya que es la religión que más han demostrado profesar la mayoría de los afectados, sin que tampoco aparezcan resultados favorables o aclaratorios.
Entre los grupos con más tendencia al Pinochetismo se encuentran las señoras de 45 años para arriba (con y sin ocupación estable y conocidas maliciosamente como “las viejas pinochetistas), los nacionalistas acérrimos, los conservadores, los ultraconservadores, la derecha política y por sobre todo, los ignorantes. Curiosamente pocos artistas han reportado esta afección.
Hay un grupo afectado que la ciencia estudia incansablemente y son aquellas personas que no saben que lo son, transformándose en un peligro mayor para la sociedad al presentarse como personas sanas pero que no tardan en evidenciar los síntomas más lamentables de la enfermedad, sobre todo la agresividad, la falta de tolerancia y el desapego por el respeto a los derechos humanos.
Es un desequilibrio la mayoría de las veces crónico y muy pocas veces reversible. Lo que sí han manifestado algunos casos, son agudos cuadros de amnesia, olvidando el enfermo que alguna vez fue Pinochetista, pero que no significa necesariamente que se haya curado de la enfermedad.
Un caso ejemplar de esto lo constituyó el mismo Pinochet (que hacia el final de sus días decía no recordar absolutamente nada de lo que había hecho); también muchos políticos afectados han evidenciado este mismo síntoma durante la última década.
No obstante en otros, el paso del tiempo al parecer no ha hecho más que acentuar y empeorar su condición de Pinochetistas terminales, manifestándose no sólo satisfechos, sino que además orgullosos.
No existen a la fecha remedios eficaces conocidos con esta enfermedad.
* Famosos y no tanto que sufren de Pinochetismo y nunca aceptaron el tratamiento: Patricia Maldonado, Kike Morandé, Monseñor Medina, Raúl Hasbún, Luis Cortez Villa, Don Graff, Margaret Tatcher, Ivan Moreira, Ricardo Claro, Joaquín Lavín, Claudio Sanchez, Julio López Blanco, todos los que fueron a su funeral...