El pasado miércoles 1 de septiembre, el Teatro Nescafé de las Artes de Santiago recibió una visita de lujo, por segunda vez en Chile McCoy Tyner; el pianista del inolvidable John Coltrane Quartet. Con mi amiga Sharon Rodriguez y un lente no muy luminoso en la cámara partimos a verlo.
El McCoy Tyner Quartet cuenta con los talentos del gran Gary Bartz en saxo alto y soprano y una experimentada rítmica compuesta por Gerald Cannon en el contrabajo y Eric Kamau Gravatt en la batería. La cosa partió así con Fly with the wind.
Gerald Cannon atacando o acariciando el contrabajo. El muchacho no es muy conocido en nuestro país pero ha tocado para gigantes como “Cachaito” López, Art Blakey, Dexter Gordon y el ex compañero de ruta de Tyner, Elvin Jones.
Otro monstruo de paso por Chile: Lee Gary Bartz; solicitadísimo sideman y prolífico leader. Estuvo entre otras cosas, en algunas de las más sicodélicas aventuras del Miles Davis de los setenta, cuando daban forma al Jazz Rock. Nadie como él mezclando el Jazz y el funk, nada como su disco “Music is my santuary” de 1977.
El infatigable Eric Kamau nos cierra un ojo y deja en claro por qué es uno de los bateristas más importantes de la actualidad. Lo quiso Miles Davis pero él eligió a Weather Report. También fue puntal en la banda de Wayne Shorter. Al hombre le gusta el jazz y el rock por partes iguales y eso se notó durante toda la noche, sobre todo en sus solos.
Todo el escenario para el maestro y una emotiva versión para I should care, la única pieza en solitario de toda la noche y acaso uno de los mejores momentos.
La famosísima y enorme mano izquierda de Tyner en plena faena, su manera de atacar los bajos y los ritmos ha sido profusamente analizada en su influencia para el desarrollo del Jazz moderno.
Otra imagen para Gerald Cannon
Dos genios en un mismo plano, McCoy Tyner y Gary Bartz vienen coincidiendo además en estudios y escenarios desde hace más de 40 años.
72 años bien marcados en el rostro y en una voz gastadísima y agradecida en todo momento.
El bis y un clásico de clásicos, In a mellow tone del maestro Duke Ellington, cerrando un concierto que si bien dejó con gusto a poco (interpretaciones políticamente correctas, grupo a ratos dispar, Tyner apenas un solo de piano, poco más de una hora, pobre iluminación), igualmente permitió escuchar a un imperdible del mejor Jazz de todos los tiempos.
El maestro es despedido por un fanático que no aguantó las ganas de estrechar esas legendarias manos. McCoy Tyner cerró una presentación que si bien no fue de las mejores, demostró la vigencia que lo tiene todavía dando vueltas por el mundo: Argentina, Suiza, Alemania, México, Francia y varias ciudades de Estados Unidos son algunos de los lugares que contempla esta gira.
McCoy Tyner en contexto
A sus 72 años, McCoy Tyner ha firmado decenas de álbumes, ganado cinco premios Grammy y fue galardonado además como Jazz Master from the National Endowment for the Arts en 2002; pero principalmente posee el mérito de que por sus manos han pasado algunas de las más importantes contribuciones en la historia del género, sea con sus incursiones en el inolvidable John Coltrane Quartet o bien en solitario; una carrera y un nombre que desde siempre fueron sinónimos de vanguardia y escuela.
Una historia que partió más de 50 años atrás, cuando un virtuoso pianista de apenas 16 años, se unía a la estrella de John Coltrane para acompañarlo durante algunas presentaciones en el mítico Red Rooster de Harlem. Tyner cuenta que fue el propio Coltrane quien llegó hasta su casa para contarle de las cosas que estaban pasando por su cabeza en materia musical y en algún punto iría a necesitarlo. Por aquel entonces, aquel adolescente incluso hasta le compuso una pieza, “The Believer”, la cual fue grabada por Coltrane en 1958.
Por esos años también, Tyner se unió al magnífico JazzTet de Benny Golson y Art Farmer pero no alcanzó a estar mucho tiempo con ellos porque en 1960 Coltrane cumplió su palabra y lo llamó para participar de una aventura que iría a remover totalmente el piso de la escena jazzera de la época y esa aventura se llamó “The John Coltrane Quartet”
Desde 1960 a 1965, aquel grupo sencillamente despedazó la tradición, rearmó el hard bop y cimentó el nacimiento del Free, creando obras de arte insuperables como “My Favorite Things” (1960), Live at The Village Vanguard” (1961) y “A love supreme”(1964), entre otras.
Una vez alejado de Coltrane, Tyner comenzó una carrera en solitario tan fabulosa como personal. Discos como “The Real McCoy” (1967), “Nights of Ballads & Blues” (1963) o "Sahara" (1972) lo elevaron a la categoría de un genio que podía brillar por cuenta propia ya sea en solitario o dirigiendo sus propios grupos y continuar así revolucionando el jazz como había hecho antes al alero de su antiguo jefe.
Sus composiciones e improvisaciones, construidas en torno a una gravitante, inusual y protagónica mano izquierda, son aún piezas de estudio imprescindibles para entender la evolución del instrumento gracias a deconstrucciones que lo ubican en la línea de otros monstruos como Keith Jarret y Bill Evans.
De ahí la importancia y la urgencia de su visita. Tras la muerte de Max Roach ocurrida hace tres años, el mundo del jazz tiene aún en Tyner (así como en Donald Byrd, Sonny Rollins y Archie Sheep) la posibilidad de escuchar en directo a uno de sus últimos sobrevivientes, testigo de las épocas más doradas del género, protagonista de revoluciones con efectos aún incalculables para el desarrollo de la música moderna.