El maestro Raúl Ruiz acaba de ser nuevamente premiado en Europa; ahora fue la Concha de Oro a la Mejor Dirección en el 58° Festival de Cine de San Sebastián por su filme Misterios de Lisboa, un peliculón de 4 horas y media de duración, otra obra que carga encima con el sello y el genio de un cineasta acostumbrado a sentarse en la tradición y la complacencia.
A contiuación un breve repaso por 5 de sus más geniales obras. Tres Tristes Tigres (Chile, 1968)
Diálogo de exiliados (Francia, 1974)
La hipótesis del cuadro robado (Francia, 1978)
Aquí las cosas comienzan ya a ponerse puro color Ruiz. Una de las más (sino la más), complejas y audaces películas de su filmografía, y por qué no decirlo, del cine mundial. Enfrascado en pleno proceso de radicalización de lo estético y lo narrativo, y en plena consolidación de su personal lenguaje cinematográfico, compone sobre la novela de Pierre Klossowski un intrincado ejercicio donde a través de diversos "tableux vivants" (cuadros vivientes), un coleccionista recorre geografías pictóricas en busca de pistas en una serie de cuadros del siglo XIX , las que arrojarían luces sobre ceremonias secretas y/o escándalos de una conocida familia burguesa. Con una fotografía sencillamente insuperable, esta película no se parece en nada a lo que hayas podido ver con anterioridad: dejó a toda Europa marcando ocupado, fue nombrada una de las diez mejores películas de la década y puso el nombre de Ruiz en boca de toda la crítica cinéfila y como si esto fuera poco, a las puertas de conseguir su más grande suceso fílmico, el que llegaría un par de años más tarde con “Las tres coronas del marinero”
Las tres coronas del marinero (Francia, 1982)
Días de campo (Chile, 2005)
La enorme distancia existente entre Raul Ruiz y el resto del cine chileno actual queda de manifiesto en uno de sus más bellos ejercicios fílmicos. Adaptando libremente un viejo relato de Federico Encina, Ruiz ensaya un agudo y precioso fresco sobre el alma chilena dividida en dos periodos de la vida de un hombre de campo. Con decenas de películas en el cuerpo, ésta se transforma en una suerte de resumen y escuela de todo el lenguaje ruiziano: su afinidad con el surrealismo, la irreverencia frente a las estructuras narrativas, el delicado gusto por la imagen, su debilidad por el absurdo y los diálogos delirantes, la precisión de la música, sólidos e insuperables personajes, convierten a Días de campo es un eco chileno por donde se lo mire, con goteras que surgen de la nada en las casonas y menús inagotables de comida casera. Una obra maestra que le permita a Ruiz darse el lujo de volver a filmar en Chile por primera vez en 30 años y ubicarse tranquilamente por delante de todo lo realizado hasta ahora por nuestra irregular cinematografía.
Bonus Track
Ruiz en contexto
*Texto escrito el 2007, a propósito del estreno de La Recta Provincia en la televisión chilena.
*Texto escrito el 2007, a propósito del estreno de La Recta Provincia en la televisión chilena.
"Una película tiene alrededor de 350 planos. Concebir cada uno de ellos como una película en sí; la función centrífuga de una imagen". Una definición perfecta del cine de Raúl Ruiz realizada por él mismo al explicar una de sus tantas teorías.
Desde que comenzó filmando en Chile hace más de 40 años, Raúl o Raoul Ruiz ha elaborado tantas películas como teorías. Son famosas sus disquisiciones como una extensión muchas veces más compleja que sus mismas imágenes, imágenes que son palabras que volverán a ser imágenes. Ahí parte y llega todo. El cine como muchas películas dentro de una misma película.
Desde que comenzó filmando en Chile hace más de 40 años, Raúl o Raoul Ruiz ha elaborado tantas películas como teorías. Son famosas sus disquisiciones como una extensión muchas veces más compleja que sus mismas imágenes, imágenes que son palabras que volverán a ser imágenes. Ahí parte y llega todo. El cine como muchas películas dentro de una misma película.
Escritor y director de teatro y cine, ha publicado un par de libros y de su obra, sus conferencias y entrevistas se ha escrito otro tanto. Tiene en el cuerpo más de cien películas y muchísmimas más en su cabeza. Ruiz no para, ahora último le dio por hurguetear en Chile nuevamente, aunque él dice que todas sus películas, a su manera, tratan sobre Chile. Como sea “Cofralandes” (2003) y “Días de campo”(2005) prepararon acaso sin quererlo la llegada de “La recta Provincia” a la televisión abierta y próximamente, algunos cuentos de Blest Gana que serán también filmados.
La agudeza y la imaginación de un hombre obsesionado con la chilenidad por no poder vivirla y padecerla, un casi completo desconocido en Chile, porque hace 34 años que vive en Francia y así es como entre los viajes que realiza aprovecha, entre otros tantos proyectos, de “juntarse a filmar con los amigos”, y de paso realizar algunos de los retratos fílmicos más delirantes y certeros de nuestra confusa identidad.
Desde sus primeras obras a fines de los sesenta, adelantadas e incomprensibles para un país que iría a embarcarse luego en una revolución socialista que le criticó su distancia y sarcasmo frente al proceso, a pesar de que él mismo era un socialista y filmó mucho por el Gobierno. Apenas llegado a Francia sus “Diálogos exiliados” le ganaron la antipatía de los mismos que no se soportaban retratados no como héroes sino como unos tipos medios botados y que no hacían nada salvo matar las horas conversando.
Que el cine de Ruiz es complejo es algo tan obvio como majadero. La complacencia no ha estado nunca entre sus intereses, ni en el cine ni en la vida real. Su carácter esquivo es tan famoso como su buen humor o su gusto por la buena mesa y la conversa larga. Pero no sabemos gran cosa. El exilio lo borró del mapa y nada se supo de él hasta los premios que llegaban desde Europa, los homenajes en los Festivales y el número especial de Cahuieurs du Cienema a comienzo de los ´80. Hubo que esperar 30 años para ver “Palomita Blanca”. Raúl Ruiz pudo ser otra de las tantas desapariciones de la Dictadura. Hoy , con el auge de lo digital, es posible acceder a una obra que apenas se está abriendo y para la cual por cierto, hay que estar muy abierto.